La república independiente de Rafael Amargo

Entrevistas
rafael amargo

Conquistar al público ruso puede ser, cuando menos, ardua tarea para cualquier artista. Pero a él no hay reto que se le resista. Regresa de Rusia habiendo compartido fiesta con la grada en el backstage y coronado «rey del flamenco». Rafael Amargo prefiere, sin embargo, no hablar de reyes ni de coronas porque en su filosofía de vida, y del flamenco, no hay cabida para las etiquetas. Las reserva para Facebook. Tan entregado como de costumbre, recuerda a su amiga Chavela Vargas en una de las estancias del madrileño Palacio de Santa Bárbara, donde nos recibe.

Presentó recientemente en Rusia su espectáculo Suite Flamenca.
–Calentar al público ruso fue muy difícil, pero finalmente se derritió y salimos por la puerta grande. La fiesta continuó hasta fuera del escenario, con todo el público detrás. Memorable.

Estando allí dijo: «El público ruso es muy educado en acudir al teatro». ¿Del español piensa lo mismo?
–El español es más volátil. No está tan educado en ir al teatro y por eso no todas las piezas funcionan bien. Yo, gracias a Dios, he contado hasta ahora con su apoyo. De hecho, mi espectáculo Tiempo muerto 2, que ha estado ocho semanas en el teatro de La Latina, ha sido el que ha salvado la cartelera del verano 2016.

En Rusia le han coronado «rey del flamenco».
–El rey no es nadie. El flamenco no es monárquico y en él no existen marcas ni jerarquías. Es una cuestión de gustos, no de metas.

Ha trabajado con Lola Flores y otros muchos grandes. ¿Siente nostalgia?
–Mucha. Las compañías de formato grande se han perdido y echo de menos el no parar. Ya no existen aquellas giras de seis meses por todo el mundo que me hacía cuando llegué a Madrid con 16 años. Ahora haces una función y vuelves.

El concurso de danza del que era jurado fue retirado. ¿No vende el baile en España?
–Por supuesto que vende. Fue una simple cuestión de sintonía entre productora y cadena. El programa estaba muy bien, era muy digno y contaba con un casting muy bueno.

Chavela Vargas era mágica, era más niña cuanto más vieja se hacía

¿Cómo fue participar con la selección española en Río?
–Genial. Me siento muy orgulloso de la plata del equipo de gimnasia rítmica, que para mí es claramente un oro. Tenemos un equipo increíble. Soy medalla Río 2016 y, como Neymar, me lo voy a tatuar, pero en la muñeca.

Ha trabajado para Duyos, mejor colección de esta edición de Madrid Fashion Week.
–Juan es uno de los jóvenes contemporáneos más interesantes que conozco. Mezcla el buen gusto con el atrevimiento, la diversión y la sofisticación. Lo considero un artista de los pies a la cabeza. Cuando empecé a trabajar con él, me encantó porque su concepto de vida es muy flamenco. Fue una de las marcas más interesantes de aquel Amargo que triunfó.

Fue amigo de Chavela Vargas.
–Chavela era mágica. Era más niña cuanto más vieja se iba haciendo y un ser super vulnerable. Su soledad era también muy fuerte, aunque se puso el mundo por montera hasta el último día de su vida. Recuerdo que, estando ya muy enferma, quiso cantar en la Residencia de Estudiantes de Madrid y voló desde México con la respiración asistida. Yo la amaba –dice mientras se emociona–. De hecho, todavía le debo algo que le prometí: volver a San Luis de Potosí, al Real de Catorce, para hacer la Ruta del Peyote con sus chamanes.

¿Le ha pedido ya a esa persona especial que se corte la melena?
–No me lo ha pedido porque resulta que ahora le gusto más con melena. Estoy comprometido y muy feliz con una persona que me aporta una tranquilidad y una seguridad fascinantes.

Entrevista publicada el 16 de octubre de 2016 en el diario La Razón.

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